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SUPAY-666

LOS LIQUIDADORES DE LA CIUDAD MUERTA...(gracias a una breve historia)

El 26 de abril de 1986 se produjo el accidente nuclear más grave de la historia. Aquel día, durante una prueba en la que se simulaba un corte de suministro eléctrico (y cuyo objetivo, paradójicamente, era mejorar la seguridad de la central), un aumento súbito de la potencia en el reactor 4 de la Central Nuclear de Chernóbyl, al norte de Ucrania, produjo el sobrecalentamiento del núcleo del reactor que terminó provocando la explosión del hidrógeno acumulado en su interior.


El primer acercamiento en helicóptero evidenció la magnitud de lo ocurrido. En el núcleo, expuesto a la atmósfera, el grafito ardía al rojo vivo, mientras que el material combustible y otros metales se habían convertido en una masa líquida incandescente. La temperatura alcanzaba los 2.500 °C y en un efecto chimenea, impulsaba el humo radiactivo a una altura considerable.



Se cree que entre 600.000 y un millón de personas participó en los trabajos alrededor del Chernobyl entre 1986 y 1992, intentando minimizar las consecuencias del desastre del 26 de abril. Estos auténticos héroes (y también víctimas, dado que muchos no sabían a lo que se estaban enfrentando), que trataron de paliar los efectos de la extensión de los materiales radiactivos que fueron despedidos a raíz de la explosión, recibieron el nombre de Liquidadores.


Fueron bomberos, obreros, soldados y voluntarios que se encargaron de apagar los incendios y construir el sarcófago, estructura diseñada para contener la radiación liberada durante el accidente. Estas personas se arriesgaron a construirlo sin equipo protector y absorbieron gran cantidad de radiación. Ese gran servicio a la humanidad resultó fatal para miles de ellos, y dejó graves secuelas en muchos otros. Casi todos sufrieron efectos secundarios y algunos murieron, aunque las cifras no se conocen con exactitud.


Después de la explosión, y con la intención de sellar el reactor nuclear que seguía emitiendo (y lo sigue haciendo) dosis extremas de radiación, se construyó el famoso sarcófago.
Durante las tareas previas a la construcción de esta estructura se detectó que, en lo que quedaba del tejado de la central, había restos esparcidos de las barras de grafito y restos de combustible nuclear, arrojadas allí por las colosales proporciones de la explosión que destrozó todo el edificio.
Estos materiales debían de ser arrojados, desde aquel tejado, al interior de lo que en su momento era el núcleo del reactor.
Para esta tarea, al principio, trataron de emplearse medios mecánicos, como robots teledirigidos pero la cantidad de radiación era tal que dichos robots, al poco tiempo de funcionamiento en esas condiciones, terminaban por estropearse, pues sus circuitos se veían afectados y dañados por la exposición. En consecuencia el trabajo debía de ser hecho por operarios humanos.
Estos operarios, denominados Biorobots, trabajaron durante una semana arrojando aquellos desechos desde lo que quedaba del tejado, como muestra el siguiente vídeo.


En periodos máximos de dos minutos (cuando 45 segundos ya suponían una dosis letal de radiaciones) más de 3000 personas, sobre todo soldados, realizaron la mortal tarea. El gobierno soviético ofreció permutar los dos años de servicio militar obligatorio por dos minutos trabajando en el reactor. Muchos soldados aceptaron.


"Protegidos" con corazas improvisadas de plomo, que los semejaban a guerreros medievales, y que pesaban unos 30 kg, cada grupo de Biorobots salía a la azotea y arrojaba uno o dos bloques o paladas de restos contaminados al fondo del reactor. A día de hoy, el 50% de ese grupo particular de Liquidadores, ha fallecido y, el resto, presentan en casi la totalidad de los casos, daños irreversibles.
Otro grupo de liquidadores que pagó un precio altísimo fue el de los pilotos de los helicópteros que sobrevolaron el núcleo en los instantes posteriores a la explosión para arrojar diversos materiales para detener la fisión del núcleo y su incendio.
Todos fallecieron a los pocos días.


El valor de estas personas evitó una catástrofe todavía mayor y su labor fue posteriormente reconocida por el gobierno de la Unión Soviética siendo condecorados con una medalla, en agradecimiento a su sacrificio.

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