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SUPAY-666

RECORDANDO A MILAGROS...

Hace ya, tres días que ella se fue.

Dicen que salio y que alguien se la llevo, otros que se escapo, pero no creo que se halla ido estando feliz en mi casa, en mi cuarto, en mi vida, así que no creo eso, no lo creo, si creo, firmemente, por que la conozco bien, que alguien se la llevo, como yo me la lleve hace ya casi una semana, o es que acaso ella fue la que pidió con los ojos que la llevara, eso, eso debe ser.

Era domingo, estuve donde Wong, James Wong, el chino venia de sus innumerables viajes de negocios, en la tarde nos encontramos, conversamos, comimos en un hueco luminoso del centro, reímos y hablamos, como siempre, de todo un poco. Fui a su casa a escuchar unos podcast de un mexicano, pucha, que loco ese mexicano, un dj radial al que le quitaron la licencia por decir la verdad en vivo y, eso nunca le gusta a los que tienen el poder, pero el sigue fregando la mente de los jóvenes mediante sus endiablados podcast donde, entre broma y demás te habla de política, religión, la seudo modernidad.

Me retire de su casa ya de noche, conversamos hasta en la despedida, en su pórtico que da a su calle oscura y tranquila. Camine tranquilo, melancólico, recordando que en casa ya todos descansan, que nadie me recibirá con una sonrisa o un beso, que la comida estará fría, que conversare con el viento, solo con el viento. Bueno, no siempre es así, antes de dormir siempre leo un libro, y escucho música, miro hacia la calle, hago algo de ejercicio, me doy una ducha fría. Caminaba pensando quizás en todo eso, en quizás nada, recordando un beso, imaginando el día siguiente, soñando despierto.

 En medio de la calle, un restaurante, la gran puerta ya baja, todo oscuro, sus grandes ojos brillando en esa nocturnidad, jugueteando en la puerta, moviendo sus pequeños pies y sus manos blancas, agitando sus caderas jóvenes, mirando, siempre mirando curiosa, femenina.

Pase, mirándola fijamente, ella hizo lo mismo, mirar, abriendo mas sus ojos, pase, me detuve, sentía su mirada en mi, podía sentir esa mirada posada en mi nuca y voltee, ella allí, ante mi, tras las rejas, y yo, con la noche de capote estrellado, ambos esperando algo, y había que hacer algo, así que regrese tras mis pasos, abrí silenciosamente la reja y la saque, la saque o ella me siguió, pareció titubear, pero fue solo unos segundos, por que ella estaba en mis brazos, no caminando, en mis brazos, tan liviana como una flor, así estuvimos, por la calle, ella mirando hacia atrás, callada, de vez en cuando tratando de decir algo, y cuando lo hacia era como un quejido suave y armónico, como ella me hablo esos días, así, con palabras que no le entendía pero que sus expresiones hacían entender, yendo a mi casa, como se hacia antes con algo o alguien que nos gusta, solo llevándola, a la fuerza o seducida ante la aventura de lo desconocido y, eso soy yo, un eterno viaje hacia lo ignoto.

Camino un poco, la deje hacerlo solo para ver sus pequeños pies en acción, luego la lleve en mis brazos todo el camino, la gente no nos miraba, además había casi nadie en la avanzada noche, por las calles poco iluminadas del Rimac, donde vivo y donde no deseo vivir.

En casa nadie, ni un saludo, ni comida para ella ni para mi, no importo, solo nos mirábamos, le conté mis cosas, mis penas, mis sueños, la cargue amoroso, toque su cabello corto, fino, finísimo, apague la luz, la puse en mi cama y la abrase en silencio.

Uno piensa, a veces.... ¿Como nos gustaría morir?, no hagas eso, piensa en como deseas vivir, yo pienso en como me gustaría ser despertado, ella me despertó con un beso, jugando en mi pecho, poniendo sus manitas encima mío, saltando, agitándose en la cama, una hembra joven, solo que me despertó a las 5 de la mañana, y yo tan cansado, féminas, eternas féminas, no importan que forma tengan, hacen lo que les parece. A las 5 de la mañana y yo no podía molestarme, ella solo quería ir al baño y la deje ir.

Mi hermano la vio y me pregunto por ella, como se llamaba, si se quedaría, le dije que era mía, que se llamaba Milagritos, Mimi mejor, por lo chiquita. Mi mama la vio con sorpresa, pero no le disgusto, le di de comer, de beber, fui al trabajo tarde, me quede con ella jugando en la cama y luego dormimos, abrazados, ella de costado a mi lado y su cabecita suave sobre mi brazo.

 Me despertó a las 11 con otro beso y hablando en su lengua extraña donde no entendía sus cortas palabras pero si sus gestos.

Pensé que mi abuela no la vería con buenos ojos, mi abuela, les diré, que me quiere mucho y a la cual siempre la despido con un beso en canosa cabeza, es, bueno, una mujer que ve todo con un aire sensible y pueblerino, esta sola ya, el abuelo muerto y los hijos lejanos, mi madre la atiende pero ella trabaja, al igual, que yo, y para sola, ve la televisión, mira a la calle, a veces habla sola, no por senilidad, o tal vez si, mas que todo lo hace por que le gusta contar cosas, de su vida de joven, de su pueblo andino, cosas que ve en la televisión o que le cuentan las vecinas, pero no tiene con quien, cuando vio a Mimi, se extraño, sonrió, iba a decir algo pero ella se acerco, la miro (diré, la hipnotizo, con esos sus inmensos ojos) y se quedo con ella, haciéndole compañía, entonces me fui a trabajar tranquilo, mi abuela sonriendo, contándole sus innumerables cuentos, sonriendo, yo, con mis noches acompañado, ya no tan solo.

Me suele pasar,  veces conozco a alguien y esta persona puede que se quede conmigo años como días, ya no me apena tanto el final, aprecio el momento, porque, la felicidad esta compuesta de momentos, y yo los aprecio como todo buen caminante que en un camino largo recoge una fruta y la paladea, bebe de un riachuelo, enamora a una muchacha, hace el amor al lado de un árbol, luego ambos corren descalzos por el prado verde y fresco, dejándose contagiar por la naturaleza y esa cosa que muchos olvidado, la maravilla de estar vivos.

No quiero caer pesado, podría describir las noches, como ella me hacia sonreír, sus besos a las 5 de la mañana, sus saltos en mi pecho, su cabello suave, muy suave, su voz rara y cortita, pero ella ya no esta, fui un poco mas feliz unos días, tan pocos, tan muchos, tan interminables.

Llegue en la noche, le traje algo rico pero no la encontré, no había  a quien preguntarle, ya todos dormían, cansados, no los desperté, no se por que me leen, ya saben el final, saben que ella no esta y que estoy triste, que la busque por toda la casa, que la espere, pero no lo hizo, y dormí mal, la cama grande mas grande aun, el eco de la nada en mi oído y las sombras acosándome, y ella no estaba.

Recordando a Mimi, a ella, que seguro que no se fue, que se la llevaron, que debe extrañarme, siquiera un poco, ella que me despertaba con un beso y que me miraba con sus ojos plomos y su cuerpo rayado, tigresco, con su cola agitándose mientras venia a saltarme encima como diciendo !!!Bienvenido¡¡¡.

                                                            8 y 21 de la noche, marzo 15, 2008, Luis J. Torres

1 comentario

miss antropa -

luis...diablos, luis...ella se escapó de un cuento que escribí hace mucho ,siempre me pregunté por donde andaba... como diablos llegó a lima?...hoy no duermo..a lo mejor regresa...