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El hombre que vio a través de sus huesos...Gracias a http://fogonazos.blogspot.com/

Imagen: Columbia Tribune


En el verano de 1957, Darrell Robertson se encontraba apostado junto a sus compañeros en algún lugar del desierto de Mojave. Equipados con un chaleco especial, guantes y gafas protectoras, los chicos del primer batallón del 12º de Infantería esperaban contemplar su primera explosión nuclear desde la lejanía, pero el impacto fue mucho más potente de lo que esperaban.

“Muchos de nosotros rodamos por el terreno como pelotas de fútbol”, explica Robertson en una entrevista con
The Columbia Tribune. La explosión les pilló desprevenidos y la onda expansiva les golpeó como “un bate en el estómago”. Pero lo más sorprendente, explica Robertson, le sobrevino un poco antes, cuando le alcanzaron las radiaciones y pudo ver, por un instante, sus propios huesos debajo de los guantes y de la carne.


Aunque no encontró explicación para esta fugaz “visión de rayos X”, asegura la revista, Robertson tuvo la ocasión de hablar años más tarde con otros veteranos que relataron experiencias parecidas. Como bien apuntan algunos lectores en Reddit y Digg, lo que le sucedió no fue que Robertson adquiriera repentinamente una visión de rayos X, sino que sus ojos contemplaron durante unas milésimas de segundo cómo la radiación atravesaba cuanto se ponía por delante.


Durante los siguientes meses, su batallón volvió a exponerse a entre 12 y 15 explosiones nucleares y cada vez se repetía la misma ceremonia: les enviaban a la zona cero a maniobrar y les daban un medidor para comprobar a cuánta radiación resultaban expuestos.

Entre 1945 y 1958, el ejército de EEUU detonó más de un centenar de bombas atómicas en el desierto de Nevada y envió a miles de soldados a inspeccionar la zona. “¿Nos utilizaron como cobayas?”, se pregunta Robertson. “Desde luego que sí, si lo quiere llamar de esa manera”.

Durante los siguientes años, Robertson siguió sirviendo al ejército, pero el cáncer le devoró parte de los riñones, el páncreas, el hígado y la próstata, y se extendió por algunos puntos de los pulmones. Muchos de sus compañeros no tuvieron tanta suerte. No llegaron a viejos para contarlo.


Enlace: Nuclear blasts’ toll lingers for one man (Columbia Daily Tribune)

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