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Vida del poeta Charles - vida de un poeta sin hogar, callejero, un bardo- ...gracias a Guía para perplejos

Brian L. Frank (The Wall Street Journal)

Charles Pitts conoce los mejores puntos de la ciudad para conseguir una buena conexión. A menudo se le ve por el H2O Café de Polk Street, bajo las escaleras mecánicas de una estación o en algún otro rincón donde una wifi le permite conectarse hasta que su portátil se queda sin batería.

 

En las fotografías de The Wall Street Journal, Charles aparece con su ordenador bajo el puente en el que vive, o absorto frente a la pantalla junto a otro indigente que se protege del frío. El reportaje, publicado en mayo del año pasado, le describe como uno de los muchos “sin techo” que vagan por San Francisco y que, aunque carecen de los medios básicos para vivir, no han renunciado a la tecnología.

“No necesitas la televisión”, dice Pitts en el artículo, “no necesitas la radio. Ni siquiera necesitas los periódicos. Pero necesitas Internet”. Charles tiene perfiles en Facebook, Twitter y Myspace y se comunica con sus amigos por email. Vive en la calle desde hace casi tres años, no tiene un techo ni pertenencias de valor, pero tiene 340 amigos ‘virtuales’.

Una de sus preocupaciones cotidianas, además de conseguir conexión, es cargar la batería del portátil, o sustituirlo cuando éste se avería o se rompe. Ha tenido un Toshiba, un Dell y trata de conseguir un modelo mejor. Tiene una lista mental de los lugares donde puede recargar las baterías y de los cafés donde le permiten estar un buen rato conectado sin llamarle la atención.

En las largas noches bajo el puente, Charles se pasa las horas escribiendo poemas que cuelga en Myspace o quejándose del trato de la policía. En los últimos tiempos se ha convertido en una especie de adicto a Mafia Wars, un juego virtual que le permite llevar otra vida y reclutar a otros jugadores para construir su propio imperio criminal. Su muro de Facebook está lleno de llamamientos para realizar tal o cual operación, para unirse a su causa o acompañarlo hasta Moscú.

En Twitter, Charles es @poetcharles y allí deja caer algunas ocurrencias. Pensando en montar una banda de Death Metal con un ukelele que he encontrado en la basura, escribe un día. Descargándome vídeos de bailes de Bollywood, pensando en tomar unas clases, dice otro. A veces, en un arrebato de lucidez se pregunta cuál será el próximo giro loco que dará su vida.

Con su gorra de punto púrpura y su chándal amarillo, Charles se ha convertido en parte del paisaje de San Francisco. Otra periodista, recopilando historias sobre los “sin techo” de la ciudad, le describe como alguien que se ha hartado del sistema y que prefiere dormir en su pequeño rincón, lejos de los albergues. “Realmente ellos no te ayudan a mejorar”, se queja Charles, “solo están intentando quebrar tu voluntad… piensan que la poesía no es un trabajo de verdad”.

Su aparición en las páginas de The Wall Street Journal le proporcionó una gloria pasajera. Durante unos días, algunas personas se interesaron por él y sus circunstancias, pero su vida siguió más o menos igual. Unas semanas después, resumió su situación con un poema que publicó en Myspace, bajo el título The story WSJ.

“No ha cambiado mucho desde que mi historia fue publicada /
todavía luchando con las cosas del día a día, /
empiezo a notar que los humos tóxicos /
de los coches que pasan afectan a mi cuerpo /
asustado de dormir en las aceras por miedo que me arresten (…)/
La gente importante de la ciudad conoce mi situación /
y solo me dicen /
“buena historia”.

Enlace: On the Street and On Facebook: The Homeless Stay Wired (The Wall Street Journal).
Via: @elbauldejosete

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