Blogia
SUPAY-666

10 Irae... (cuento del antiguo blog, escrito en abril del 2007)

 

Esa malsana forma de romper las ilusiones humanas, tan frágiles estas, tan delicadas.
Este día me levante con un dolor de cabeza que hacia que me tiemble todo, un baño frió, una comida caliente.
Es verano en el centro de lima, mi edificio da a un pequeño parque nuevo, es agradable, con sus banquitas de mármol, las mesas de ajedrez, los viejitos que discuten sobre la vida nueva, los enamorados que tratan de buscar su pequeño lugar fuera del mundo.
Es un día normal en el trabajo, personas entran y salen, se mantiene interesantísimas conversaciones, se venden y compran libros. En la mañana la actividad fue total, en la tarde es más tranquilo, hace calor limeño, húmedo y agradable. Leo el periódico un rato, mira hacia el cielo, en el aire gaviotas y gallinazos danzan haciendo girar sus agudos picos.
La memoria es un sutil medio para devolvernos las gráciles horas pasadas, la realidad es la forma nada sutil de patearnos la cara en plena calle.
    -Jovencito, disculpe ¿Tiene algún libro de Dilan Thomas por favor?
levanto la vista y reconozco a la señora Adela Clemens, la vi y la vi como se contempla un objeto valioso, un juguete de niñez, un recuerdo lejano. Hacia mas de diez años que no veía a la fina señora Clemens, siempre atenta, en su sala amplia de muebles de tapices delicados y de diseño pletóricos de arabescos en seda y lino. un reloj Belga de complicada mecánica y de maderas finas del corazón de la selva africana, miles de objetos de porcelana francesa de Sevres y tapices de Ingres, espejos biselados, su exquisita colección de pequeñas esculturas criselefantinas art noveau que eran lo que mas me fascinaba de su casa estilo colonial con su jardín lleno de rosas y caminitos de piedra traída de Huamanga, todo una belleza.
recuerdo eso por que la señora Clemens era la amiga de una tía que era quien me llevaba como premio a mi buena conducta, allí, ellas conversaban de sus temas y bebían te mientras yo iba de un lado a otro revisando sin tocar (casi) sus maravillas.

Una tarde mi tía salio un momento y me dejo con la señora Clemens, su empleada siempre silenciosa, siempre diligente, indico que se tomaría un tentempié en el jardín. Ese antiguo ritual de beber te, leche tibia o alguna bebida en tacitas de porcelana azul, panes frescos y olorosos, galletitas, mantequilla en bandejas de plata, mermelada de arandanos frescos, después, la señora Clemens pidió que, por ser yo un agradable y joven invitado, disfrutaríamos de su reserva especial de brie, traído de Seine-et-Marne, de la región de Brie, al oeste de la ciudad de Paris, un perfecto, cremoso y único brie de Meaux.
El ultimo deseo del rey Luís XVI fue ¨du vin rouge et du brie¨ mejor dicho, el pobre buen rey pidió un vino tinto y un brie, el maridaje perfecto, el deseo absoluto, el rey de los quesos para el ultimo rey de Francia.
Ese, esos, todos esos recuerdos son los que abrigo de la señora Clemens, de la fina señora de la casona de jardín florido y siempre fragante.

-Señora, ¿Se acuerda de mi?... soy Luís, el sobrino de la señora Julieta, su amiga, hace mas de diez años que no nos vemos, usted me enseñaba a reconocer las diferencias entre art noveau y art deco, me hablaba de sus viajes a Europa, de los grandes salones, de las fiestas en palacios venecianos, de Paris y su noche eterna, se acuerda de mi?
ella me mira, esta vestida muy bien, luce muchas joyas y esta muy pintada, creo que demasiado pero con restos de su buen gusto al arreglarse, como cuando salía a una fiesta de gala en alguna embajada o el algún club exclusivo. Se excusa por no reconocerme, esta delgada, conversamos un rato, mientras intercambiamos impresiones variadas e interesantes.
La gente nos mira, siento un mal olor, el cual va en orden progresivo, constante. Es curioso como la impresión primero nos deslumbra, como después lo opaco de la realidad cae con el peso grávido de la tragedia.
Ella habla, pero ya no quiero escucharla, un deseo creciente de alejarla pronto me embarga completamente. La señora Clemens esta exageradamente pintada, como una mano torpe en su vano afán de darle elegancia a algo roto y en desuso, sus ropas finas otroramente fueron nuevas, su mirada esta deslucida y se posa torpe e idiotizada sobre mi, es una mirada perdida, aun luce su cuello altivo y trata de lucir su señorial porte pero todo ese intento se pierde en la nada por el pantalón embarrado su propia mierda, terriblemente oloroso. Corto la conversación, ella se aleja despacio, con una bolsa de plástico grande y negra en su mano izquierda donde de seguro se lleva mis últimos momentos mágicos de niñez.

2 comentarios

PilaR -

mientras leía, sonreía, yo solita...imagibándome todo...y a medida qie terminava ekl texto...también se terminaba mi sorisa...dejando al lado del punto último..la nostalgia tierna, del inevitable final...

PilaR -

OH!

...