“Ellos querían matarme”...

                 

El viernes por la tarde los niños jugaban en las calles de Gaza y, de repente, decenas de ellos tuvieron que ser apresuradamente trasladados al hospital. Israel bombardeaba Gaza, una vez más.

40 muertos, 100 heridos y, de esos 100 heridos, 45 eran niños. 45 niños no mayores de diez años, empapados en sangre.

Entrevistaron a uno de ellos, de unos seis años, con la cabeza vendada y aún tartamudeando, con la cara hinchada y los ojos húmedos de lágrimas…

Relataba: “Estaba jugando con mis amigos y las bombas nos cayeron encima… Ellos [los israelíes] querían matarme”.

Y tenía toda la razón, ellos querían matarle.

Ese niño todavía no sabe (o quizá desde el viernes sí) que los israelíes se rigen por una filosofía que se resume en una frase: yo sólo puedo vivir si tú mueres.

Probablemente tampoco sepa que el aliado favorito de Israel, Estados Unidos, ha provocado cinco millones de niños huérfanos en Iraq. Tan sólo en Bagdad, 500.000 huérfanos viven en las calles en total abandono.

Esa es la forma en que liberan a iraquíes y palestinos.

Los asesinos de niños de la Democracia y los Derechos Humanos. Los asesinos de niños de la Libertad.