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SUPAY-666

El viernes pasado, una sonrisa en el cielo, una señal de el fin de los tiempos...

Hace dos semanas, fue viernes.

David Stalin llamo al negocio, estaba en el barrio chino con su guapa amiga, Sheila (bueno, no son sus nombres reales, pero esta por ahi), yo estaba en el negocio, me invitaba a acompañarlos, ir a ver unas armonicas alemanas para blues, conversar, comer algo. Salgo de amazonas, unos clientes me demoran, hace sol, una tarde hermosa de invierno, unas cuadras entre la sombra y el sol.

Alo, Stalin, alo....?

Su telefono celular esta muerto, el barrio chino no es muy grande pero revisarlo todo no me parece divertido, el no llama. Le habre timbrado unas 100 veces, le habre llamado unas 30, el amigo de nombre rojo no esta por ningun lado. Se me pasa la joda rapido, me dedico a ver tiendas, no es buena idea, solo veo navidad y mas navidad, mesclada de manera grotesca con budas panzones, imagenes de shiva, khali, ganesha, papa noeles, cristos, virgenes, imagenes afrikanas en madera (hechas en china), porcelana francesa (hecha en japon), bolsos gucci, armani, prada (de exelente cuero coreano).

Salgo de las galerias, de cappon center, de paruro, de el olor a especies orientales, de las calles estrechas e incomodas, de los chinos serios, de cabello ralo, de cigarro eterno, de mirada dura, de lenguaje incomprensible. Se me hace tarde, debo regresar irme a estudiar, queria conversar con mis amigos, pero no se pudo (luego Stalin me diria que su celu esta cuasi malogrado, lo cual le creo por que su cell es una reliquia historica, casi tanto como el que yo uso).

Doy un rodeo, salgo de paruro, llego a una calle donde venden el clasico y riquisimo aereopuerto a un sol el plato, si, ya se, eso un dia me va a enfermar, eso y el higado frito a sol, la hamburguesa de idem, y un sin fin de productos llamense comestibles que valen un sol. Salgo hacia el arco chino, al mercado central, camino de la av Abancay par irme a la Arequipa, en esa pequeña calle llena de tiendas de cosmeticos, maricones y travesties toscos que en grupos, jalan a las señoras para una teñida de cabello al paso, venta de tintes y demas, donde, ademas, unos taiwaneses venden un francamente rico te burbuja. Alli, apurado, los pies gastados, las manos en los bolsillos, la mirada directa a la desordenada calle, estaba yo, camino a donde debo ir, a mi alrededor, las personas van raudas a destinos distantes y distintos.

La calle se estrecha ante mas y mas gente que viene a comprar o a vender, unos miran al cielo, otros mas los imitan, soy curioso por naturaleza, arriba, solo veo el cielo, limpio y azul, de un azul perfecto, sin nubes, sin aves, sin mancha alguna de nada, y, a la derecha, una sonrisa en el cielo, una sonrisa perfecta, es dios que se rie plenamente con nosotros, o, se rie cruelmente de su embrutecida criatura. La gente dice cosas, se escucha el rumor de un milagro, de una llamada a la conciencia, un anuncio, una señal en el cielo, el pueblo se acerca mas y mas.

Un arco iris invertido y perfectamente notorio no es facil de ver, no es cosa de todos los dias, eso asusta, las locuras de la naturaleza siempre llaman la atencion. Creo, firmemente, que los milagros celestes cualesquiera fueran sus causas, deberian prohibirlos, deverian ver la cantidad de personas que hablaban del fin del mundo, de la segunda venida de cristo, de la redencion de los pecados y demas cojudeces seudoreligiosas.

Aparte de todo lo fantastico que puede ser la reaccion cerebral humana ante cosas poco comunes, yo disfrute de algo hermosisimo, un arco iris invertido,  uno realmente grande, con todos sus colores, todos ellos notorios y bien detallados. Lo observe varios minutos, maldiciendo no tener la camara digital a la mano. Luego de las maravillas, uno debe seguir con su tren, camine y le di una ultima mirada ala sonrisa de dios, a esa enorme mueca divina, la verdad me relajo, me dio una sana alegria, desprovisto de maldad y lujuria, camine hacie el mercado central camino a Abancay.

Una ultima mirada, segui perfecta la sonrisa multicolor, pero, algo habia debajo, era tenue, muy suave, pero redondeada, le dedique mi atencion, alli, debajo de el arco iris invertido, de la sonrisa del señor, debajo, habia otro arco iris, pero, este casi desaparecido, y este era muchisimo mas grande, mas delgado, como si hubieran estirado un arco iris y este de hubiera disgregado en el espacio, y este arco iris, viendolo con detenimiento, formaba un aro y este, inmenso, increible, al estar sitado debajo del medio arco en el cielo, asi que la sonrisa pareciera una inmensa cornamenta, y, descubri, otra ves, que no era dios el que nos ve arriba, es otro mas. Tome el carro a las justas, llegue tarde otra vez.

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