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SUPAY-666

Un cafe en Saint-Germain-des-Prés... (version en remodelacion)

Me siento cerca de una amplia ventana, cafetería antigua, Les Deux Magots, ahora la municipalidad de Paris se esfuerza en remodelar, pintar y publicitar todas esas viejísimas cafeterías y tabernas de la parte vieja de la ciudad. El resultado es bueno, la vieja madera brilla ante el poco sol que se cuela por los lados, el laqueado, los banderines, las tacitas blancas y azules sonando en las mesitas soleadas. El mesere me dice que mi lugar fue uno donde gustaba Hemingway sentarse a conversar con una nube de admiradores, amigos, periodistas, mas alla esta la de Rimbaud y Mallarme, cerca a la barra la mesa de Andre Breton y Sartre, cerca a la puerta y al sol, la de Picasso. La maquina italiana de café con su águila de bronce, el rumor de los pies y el cuchicheo alegre de los turistas, pido un vino, un café, unos rollos de canela, observo la repetitiva escena, esperando aburrido a una muchacha bonita, la puerta de salida esta pintada de rojo carmín.

Los faroles de la Rue Saint Clemens están mirando hacia abajo, pensado en el peso de sus dorados decorados, de los turistas que se cuelgan de sus lados, de las hojas de la tarde en medio de la anciana avenida. La mezcla de los variados y diferentes imperios y reinados, un solo corazón en medio de todos los demás corazones, una calle y un café con su toldo verde amarillo.

Un clochard camina lentamente, bamboleándose al son de una melopea, canta un vals antiguo de Edith Piaf en su lengua semidespierta, ebrio de recuerdos y alegrías pasadas. Voltea, me sonríe, se saca el sucio y gastado sombrero saludándome elegantemente, bebe un trago corto de una botella envuelta en el periódico de la mañana, voltea, se aleja cantando hasta que un diligente guardia se lo lleva lejos. Los clochards siempre me gustaron, los veo desde la gastada ventana de mi pequeña e incomoda habitación, llena de afiches y fotos de personas que están lejos. Pobres clochards, los mata el invierno, la indiferencia, el alcohol barato, la soledad, no son bien vistos ahora, luego de darle a la literatura, a las películas, a las noches, ese no se que de ebrios caminantes, de caballeros en desgracia, de Paris nocturno y arrabalero, desvalido en las noches frías, de solitarios parias elegantes, en la ciudad que un día los acuno con tanto cariño.

Es hora de recapitular, las hostias que me ha dado el mundo, como Nacho Vegas suele cantar con su voz aguardentosa y bohemia, española y llena de saraos. Si ustedes pudieran ver lo que pienso, y vieran las cosas que suelo pensar y añorar cuando estoy solo y esperando a una mujer de esas que me hace soñar, en un café antiguo de toldo verde amárelo, una mujer que, como es su costumbre, llega tarde.

Espero a una muchacha algo primitiva, algo moderna, tierna y salvaje como una fresa de las que crecen libres por Montparnasee cuando viene la primavera, de labios pálidos que saben ponerse rojísimos al son de los besos y de piel semitransparente, de cabellos siempre oliendo a limpios y de manos pequeñísimas, como que caben las dos dentro de una de mis manos.

Pido una copa de cafe arabe, con mucha azucar, fumo un Gitanes negro mientras estiro mis cansados pies en el piso impecable, entra una mujer, alta, vestida de blanco, el cabello ondulado castaño claro, la mirada feroz. Verla fue como un despertar del sueño donde estaba inmerso. Entra rápido, con seguridad, el cabello suelto y esponjado, vestida con una malla alba al igual que el pequeño top que cubría sus senos libres (estaba sin brassiere, eso me fascina en una mujer), era, como decía el gran Monsieur Silueteé : Una mujer a la cual se le aprecie la figura aun con ropa, es pues, como si uno la viera desnuda, ósea una silueta (ya saben el origen de esa bonita palabra) y tiene razón, puedes ver como son sus formas y anidar en tu mente como lucirá si camina desnuda ante ti exhibiendo su piel brillante en la semi oscuridad de tu cuarto. 

La avenida avanza lánguida a mis pies, los árboles ebrios de noche y smog, trasudan su solemnidad decadente a través de la noche mustia de un sábado imposible. León nos aguanto hasta tarde en su casa, el flaco Saldivar tomo su carro y el mío me dejo en algún lugar de la arequipa, luego otro carro a Wilson, así, hasta llegar a mi casa, movido por esa marea de cebada fría que nos mandamos entre los tres. En Wilson me detengo, la idea de recorrer a pie hasta Tacna con santa rosa me parece genial, hace un poco de frió, compro un cigarro fino a una señora gorda y vieja que lleva un sombrero chistoso y gastado. Aspiro el humo, veo las calles con sus árboles a los lados y sus noctámbulos acechándome.

Beto responde el celular, es ella, como siempre, como si llamándolo a cada rato evitara que el mirara o pensara en otras mujeres. Siempre me parecieron enfermas las personas celosas. Me acuerdo de Antonio, este encerraba a su mujer y esta solo salía con el de noche o a veces de día, le ponía ropa amplia y fea para salir, ella mientras paraba en casa sola con la empleada. Un día nos reunimos y salimos antes de la hora de salida (una escapadita) bebimos y comimos, el se ríe, bebimos de mas, y me dice para ir  seguirla a su casa, llegamos antes de la hora habitual y el abrió la puerta despacio para sorprender a su tranquila y respetuosa esposa, la cual se retorcía en el sofá con un consolador doble bien unida a la empleada, desnudas y completamente entregadas a sus propios placeres. Se quedaron mudos los tres, yo empecé a reírme, una carcajada amplia y sonora, suena sádico, lo se, pero, deberían a ver estado en ese momento viéndolos. Disfrute del espectáculo múltiple, dos mujeres separándose de su mutua penetración, un hombre con la cara roja de ira, vergüenza, el rostro encendido convertido en una mascara desencajada y avejentada, con una expresión entre asesinar o irse a llorar a un rincón, yo, el ángel negro de la desilusión viendo todo lo que se sabia que ya iba a pasar, con un amplísimo y espectral TE LO DIJE en los labios. 

      -Y luego, el beso se prolongo mientras su cuerpo se relajaba entre mis brazos, unía su vientre al mío, agitaba su pecho entre mis manos, se iba yendo sola hacia la cama y con sus ojos me llamaba hacia ella, en un cántico primitivo que se repite desde hace miles de años, pero que nunca termina de cansarnos, ella, mujer de cabellos incendiándose en la poca luz del cuarto barato de hotel, desconocida, emancipadora, libertadora de cadenas y opresiones, no se tu nombre, tus ropas blancas caen, tu pubis rojizo y húmedo, agitándose en la habitación, tus brazos extendidos, tu sonrisa diabólica y descarada, carnal, húmeda, reluciente de deseo y saliva. En ese vació frenético que nos deja y que nos trae estar con alguien a quien sabes que no quieres, y que alivia mi pena en el alma, esa herida que la mujercita que deje en el café, llorando amargamente no pudo y no podría llenar, acaso, acaso el acoso del ocaso entre las piernas de esta mujer, de las mujeres que vengan y se vengan en mi de sus pasados y parejas como yo también me vengo de ella, o de ellas...     -Antonio- ella me llama a la cama, dice mi nombre en su imperfecto castellano, en su deliciosa lengua del sur de Francia, en su saliva calida, en su pubis agitándose, en su mirada vacía.                        

                                                                          Fin. 

      -¿Solo eso vas a poner de final?     -Pues, si, es poético, y dice mucho de lo que paso entre ellos,  a lo largo de la novela evoluciona la reacción y, hasta donde habías leído te pareció buena.     -Pero el final es muy cortante, mira, trata de que sea mas expresiva y expansiva, de que sea mas conmovedora, el neorrealismo esta bien, te sale bien pero tata de vender la novela, trata de entender de que el negocio editorial es, al fin de cuentas, un negocio, y si deseas seguir en esto debes ver la forma de subordinar tu arte a lo que desean los demás, mejor dicho a mi y al todopoderoso publico, acábalo mañana, debo irme a la cita, nos vemos a las 9 en punto, donde el portugués.

Ella esta alterada, nerviosisima, una gata encerrada en una jaula quemante, el café es demasiado pequeño para ella, su cabellera se mueve y cubre su rostro de ves en cuando, como una bandera roja de guerra hecha girones después de una batalla perdida. Ha pasado realmente media hora desde que empecé a ver el reloj, media hora desde que ya se hace insoportable la espera. Todo es culpa mía, recuerdo que antes era todo diferente. Al comenzar la relación, si bajas la cabeza y aceptas el yugo, pues será así por mucho tiempo. Se bien que no podré cambiar la situación sin crear todo un problema, donde ella sabe que me tiene cogido de las bolas y que puede decir y hacer lo que desee conmigo, lo cual, no es bueno. ¿Por que aceptamos esas situaciones?, bueno, en mi caso, ahora que tengo para pensar mientras llega la flaca, lo primero es la amplia soledad del que esta en un otro país, donde no hay familiares, amigos de antaño, lugares comunes. Puedes salir con alguien pero sientes un vació en tu pecho. La soledad es una mala compañera, ese aberrante aspecto de la naturaleza humana de no querer sentirse solo es el que nos lleva a aceptar relaciones suplicio, sabiendo que la única verdad es que sacrificamos nuestra felicidad a los deseos de otras personas por alcanzar esa malhada ecuanimidad que nuestro subconsciente nos reclama y que mansamente complacemos.     

Antonio, ¿donde estuviste?  -Arequipa, pensando, de putas, emborrachándome, hecho un huevon, buscando a un abogado que hable poco y trabaje mucho, me divorcie.  -Así, que fácil, pensé que eso demoraba. -No, ella estuvo de acuerdo, ella no se queda con nada, la amenace con el escándalo, hija de puta.   -Y... ese día, que paso?  -Eres una mierda, pregúntame como me va a mi, estuve destrozado, como un loco, de aquí a allá, y tu me preguntas solo la parte morbosa?   -Vamos, cuenta, saca toda esa porquería, lo que paso  paso.   -Si, lo que pasó...  Si te fuiste, estaba hecho un diablo, ellas, asustadas, desnudas no sabían que hacer, daban vueltas tratando de cubrirse o recoger sus ropas, no las deje, les grite, les dije que las matarías, que eras un policía corrupto bien maldito y que esperabas afuera. Las obligue a satisfacerme, las dos, mientras me las tiraba las golpeaba, les cacheteaba sus nalgas hasta ponerlas rojas, les jalaba los cabellos, las escupía, las maldecía, las sodomice a ambas y de malas maneras, después de hacérselo anal me venia en sus bocas, hacia que me limpiaran el miembro, luego, las orinaba y hacia que bebieran todo. Hice cosas que no pensé que podría hacerle a mi esposa jamás, ni a ella ni a ninguna mujer, las hice llorar pero, curiosamente, después de los golpes y toda la humillación que les di, ella me abrazo, me pidió perdón, me dijo que me amaba, y se me entrego sexualmente como nunca antes lo había hecho.  -¿y la otra?- la otra se cubrió con una sabana y llorando a mares se fue al baño a darse una ducha de como una hora, imagino tratando inútilmente de quitarse del cuerpo toda la mierda que le hice. Eso fue todo, luego, luego supe que había pasado... Hacia meses que mi ex esposa lo hacia con medio mundo, primero fue el enamorado de la empleada, un día que esta lo hizo pasar a escondidas ella los vio, la amenazo con botarla, con acusarla de robo, asustada la obligo a no salir de su cuarto, pero en ves de botar al chiquillo se lo tiro, luego, le dijo a la empleada que trajera a su noviecito mas seguido, luego, que trajera amigos, luego, se acostaba con dos a la ves, y luego con tres, después probo y probo mas cosas, me contó todo ese día, todo. Estuvo así, llorando y besándome hasta que salio el sol, diciéndome que me amaba pero que llego a eso por la soledad, por mi culpa, por joderme, por probarse a si misma que aun era una mujer deseable, por huevada y media. La perdone, pero algo ya no fue igual, si solo hubiera sido con la empleada ese día, si solo hubiera sido el enamoradito o con los dos, así, a escondidas ¿Pero y los demás?, todas esas personas desconocidas que estuvieron en mi cama, todos esos hombres que entraron las horas que yo trabajaba, el barrio entero debería saberlo, todos deberían hablar de mi y de ella, de mis cuernos, reírse de mi, hablar a mis espaldas. Seguimos si, un tiempo, en el que despertaba sudando y angustiado, como tras una pesadilla, una donde podía ver a todos esos hombres, fornicando con ella, hombres sin rostro, hombres y mujeres en orgías donde le hacían de todo y yo miraba impotente y mudo, horrendas pesadillas. Ella me calmaba, me besaba, me relajaba, luego, las pesadillas venían cuando estaba despierto, cuando comíamos, cuando hacíamos el amor, podía verlos en los rincones, en las zonas oscuras de la casa, esperando para hacerlo con ella, desnudos y excitados, sus penes duros apuntando hacia ella, mi mujer, la mujer de todos ellos. La deje, la perdone pero eso no podía seguir, me volvía loco, algo se había roto dentro de mi cabeza, de mi alma, lo peor que le puede pasar a una mujer a cual amas y respetas es que se deshaga la idea que tenias de ella, es como si ella fuera otra, nunca mas esa muñequita de la que te enamoraste, vendí todo, no le deje nada, solo su libertad y mi corazón.

Sigo viendo el reloj. La mujer vestida de humo de cigarros finos  salio para llamar en el teléfono de la esquina, debe haber dejado el celular en algún lugar. Sabe que debo esperarla, sin decir nada, sin protestar, si llega tarde es por que paso algo importante para ella, si no llega igual, yo debo entender, eso es todo, entender sin renegar ni nada, solo esperar sus caprichos, aguantarle sus gustos, ella no me llama cuando llega tarde o cuando no llega,. ¿En que momento de mi vida decidí enterrar mi hombría, mi libertad y carácter? veo hacia la calle mientras el humo del cigarro forma extravagantes fantasmas de tabaco, la veo desde donde estoy con claridad, la mujer vestida en su silueta habla en el teléfono publico, discute, mueve las manos y el cabello rojo va de un lado a otro, cuelga violentamente y cruza la calle, sortea los autos, como si estos fueran de goma, como si no le gustara su vida.

Fume dos cigarros Premier mientras acababa el libro de Moravia (1934, he leído mejores de el) sentado justamente en medio, en la parte mas alta de los escalones de piedra de la gran catedral de Lima. Fumar premier es un placer, su cajetilla es blanca y roja, parece la casaquilla de la selección nacional de fútbol con la banda roja en diagonal, me encantan los Premier. Son cigarros para viejos, los jóvenes ya no los fuman, es mas, ya no se hacen en el país, ahora los fabrica Argentina. Por eso, fumarlos es un homenaje al Perú, a la selección de fútbol, a los viejos fumadores bohemios, a ella. Los premier los dedico a la única mujer que conozco que fuma estos cigarros y esa es Lau, Laura, ballena dixit, mi Laurita, ella que desde su reino en Arequipa se molesta por que me enamore en Lima y que me enamore de alguien que no sea solo ella. Recuerdo cuando la conocí: alegre, loquísima, hablando hasta por los codos y emocionadísima de los libros que tenia y de conocer a otro loco que amara y leyera cosas que ella ama y lee a la vez, con su cabello rojo largo lacio, revueltísimo y fantástico, flaka nerviosa vital, pero que vive en Arequipa y yo en esta Lima que es mi jaula dorada. A veces, caminando por la ciudad, me pregunto el por que las mujeres que me impresionan viven tan lejos, que será de Irie, en su ciudad del oeste gringo, lleno de vaqueros y montañas heladas, de Pilar desde Sullana. Yo en Lima, conociendo limeñas hechas casi con molde con las cuales termino siempre igual, vació.

Uno piensa mucho mientras espera a alguien que en cierta forma no desea esperar. Piensa en lo que paso ayer, en la ciudad lejana, en ese Perú que nos llena de melancolía, en las amistades como Laurita allá en la ballena, en Jirón de la Unión, en los pasos perdidos, en las mujeres que se fueron pero siempre se quedaron dentro de nosotros. Veo la hora, ella tarda, tarda y sabe que no me voy a mover, sabe que me lleva de las narices, sabe que es mi tirana. Uno es su propio carcelero, uno se consigue a su pareja y uno es el que se deja golpear y llevar, ya me canse de esperar, de esperarla, de ver el reloj.

Las horas envuelto en su mirada felina, ella es la mujer que vela mi sueño de funámbulo errante, muere el sol en algún horizonte mientras ella se despide y se ya no la veré mas, leo de ella en su hi5 y como si leyera en sus propios labios delgados y su torso de niña: encantadoramente neurótica o insoportablemente histérica dependiendo del día, la hora, el desayuno, la primera canción, la ultima lectura o quien sabe.... Si, quien sabe, ella es quien es, y vive lejos, yo soy solo un contemplador de su maravillosa neurosis y vivo acá, en lima, ella navega en su ballena (ballena dixit) mientras recorro las calles que lucen solitarias cuando se que no estas cerca, una canción de el viejo Bob Dylan me acompaña, una que le gusta a ella y que me gusta a mi: Dylan sabe :
(You take just like a woman.
You make love just like a woman.
And then you ache just like a woman.
But you break just like a little girl.)... gracias Bob....   

A ella, que recorre mis  intrincados corredores, rebusca mis pasajes  secretos, 

se inquieta entre sabanas claras y  floridas mientras yo relee sus

palabras y pienso que debería irme y raptarla como los 

antiguos con sus amadas, ella escribe con sus

delgados y finos dedos:  literatura, música, arte,

respirar, comer, tejer, el aeromodelismo metafísico, la

caza de dinosaurios, las artes ocultas y las no tanto, cabalgar

mariposas domesticar tempestades... resumiendo.. hacer el tonto. 

Observo sus ojos, son bellos…

Un café en la Rue Saint Clemens, ese era el lugar de encuentro, desde donde estoy se puede ver claramente la calle, y ella, por lógica puede verme a mí. Ya no la espero, se que no vendrá. La mujer de flamígeros cabellos rojos mira a la calle, ella también espera, o esperaba, acaba de mandar a la mismísima mierda a alguien que no podrá verla vestida como esta, como si fuera cubierta de niebla de la mañana. Esta hermosa, esta triste, esta molestísima, y solo se me ocurre decirle algo pero sabiendo que me podría mandar muy muy lejos por lo mismo que esta molesta contra un hombre, y en una mujer eso quiere decir que esta molesta contra todos los hombres y si le hablo me mandara a volar. Eso o por venganza contra el, podría responder mi saludo y dejarse llevar por la conversación y, dejándose llevar ir mas lejos, quizás a su cuarto, o al mío. 

La manera mas efectiva de venganza en una mujer es el engaño, quizás son novios de tiempo, amantes, esposos (cualquiera de estas opciones son las que mas merecen la imposición de cuernos). Espero escoja la segunda opción, seria, maravilloso...Jugueteo con el encendedor, lo compre en lima y me recuerda mis paseos por la ciudad, aunque el encendedor es el menos peruano que recuerde, es un zippo cromado de colección con la imagen de la estatua de la libertad en un lado. No fumo, bueno, solo muy de ves en cuando, cuando estoy muy triste, cuando me siento solo. Ella esta inquieta, desea irse, pero se nota que no sabe donde, ella al igual que yo supone que seria una tarde agradable y una noche sin dormir, soñando sobre la piel. Cosas de la vida, ella espera, como yo, a alguien que no vendrá.

   Escucho, siento, la música de fondo de taxi driver esta en mi cabeza, la veo a los ojos, ella me ve, ella sabe que también espero, lo se, sabe que le voy a hablar, se mueve, como si quisiera salir del café, lo piensa, lo piensa bien, gira despacio, con mucha gracia sobre sus talones, saca un cigarro largo y fino, le alargo el brazo y en ese brazo la mano que sostiene mi agringadazo encendedor. Seguimos mirándonos pero esta ves sentados frente a frente, hablando de nosotros, sabiendo que estamos con el corazón algo maltratado por nuestras parejas, y sabiendo que esta noche podría ser solo una noche, por que las personas que se encuentran por desaires amorosos suelen buscar una venganza, un escape apasionado a sus vidas, a sus días. Sabiendo eso, sabiendo todo eso, la seduzco y ella me seduce, nos ponemos de pie, ella acaricia el aire con sus caderas y yo le tomo de su delgado hombro.

Pago la cuenta, salimos, en la puerta ella, llego tarde, frente a frente, mirándonos, mirándome, se pone roja, aprieta los puños, si, va a hacer una escena repetitiva en nuestra vida de pareja, ella me mirara molesta para luego tendré que pedirle mil perdónes para tranquilizarla, pero, solo la miro, la veo pequeña, insignificante, me dice algo, luego grita, pero yo me pierdo en la noche Parisiense del brazo de una mujer de la cual no se nada y donde no se si la veré mañana de nuevo, y de la cual solo se que me hará muy feliz, con esa felicidad que viene de la libertad y de la incertidumbre...                                                        

                                              

                                                                     Lima, 25 de Enero del año 2008.

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