El Ministerio Público halló los cuerpos de 25 niños presuntamente asesinados por una patrulla militar en la provincia de Víctor Fajardo, en el departamento de Ayacucho, en noviembre de 1983.
Los peritos del Equipo Forense Especializado exhumaron los restos de los cadáveres, luego de recibir el testimonio de personas que aseguran que efectivos del Ejército perpetraron el crimen.
Las excavaciones se realizaron entre el 14 y 20 de diciembre en la comunidad de Umasi, distrito de Canaria, provincia de Víctor Fajardo, a nueve horas de Huamanga, señala el diario La República.
Durante estos días los peritos Flavio Estrada, Máximo Banda, Aldo Lara, Pablo Jareca y Jerson Parra, dirigidos por el arqueólogo Luis Rueda, abrieron tres fosas comunes y recuperaron 30 cadáveres (25 niños y 5 adultos).
A medida que cavaban, descubrieron con desconcierto que la mayoría eran cuerpos de menores de edad que se encontraban apiñados unos sobre otros y aún lucían sus uniformes escolares.
A pesar de haber transcurrido 26 años y la dificultad en la recuperación de los restos por el terreno fangoso, estos aún se encontraban en regular estado de conservación y evidenciaban la atrocidad con la que fueron enterrados, señala.
Las tres fosas se encuentran a 60 metros de la parte posterior de la Escuela de Primaria de Umasi. Mientras la primera y segunda están separadas por 1.80 metros, la tercera tumba clandestina se encontraba a unos dos metros, agrega el diario.
En la primera excavación, los cadáveres fueron encontrados apiñados unos sobre otros, los primeros restos humanos aparecieron a tan solo 80 centímetros de la superficie, donde los peritos recuperaron, aproximadamente, entre 15 y 17 cuerpos.
Por otro lado, en la segunda fosa común, los cadáveres estaban enterrados a 1.60 metros de profundidad, donde se ubicaron los restos de 14 personas, en su mayoría menores de edad.
En la última de las fosas, los expertos solo exhumaron dos cadáveres que estaban sepultados a 90 centímetros de profundidad. Comuneros de la zona y presuntos testigos del crimen fueron testigos del proceso de desentierro.
Testigos
Según el testimonio brindado a la Fiscalía, Sendero Luminoso incursionó el 25 de noviembre de 1983 en la comunidad de Raccaya y reclutó al menos 40 personas, en su mayoría escolares.
Obligados por los senderistas, se desplazaron más de diez horas de caminata y al día siguiente buscaron refugio y comida en el centro educativo de Umasi.
Al enterarse de la presencia senderista, un profesor del centro educativo se dirigió a contar los hechos a la Base Militar de Canaria.
Al amanecer del 27 de noviembre, dos grupos de militares fueron a su encuentro. Primero llegaron hasta el paraje de Chalhuamayo, donde dejaron sus vehículos para desplazarse en dos patrullas a pie hacia Umasi.
Una vez en la comunidad, rodearon la escuela y lanzaron granadas de guerra a dos aulas, resultando herido niños y terroristas, donde estos últimos se rindieron.
Los militares capturaron a todos y separaron a hombres, mujeres y niños. Los soldados habrían violado a las niñas y mujeres, y luego asesinados a los campesinos a quemarropa con fusil.
"Un testigo dijo que participó del entierro en dos grandes fosas, y contó que como habían sobrado dos cuerpos, enterraron estos en una tercera, Justo así los hallamos", relató el perito Máximo Banda.
Los cadáveres de las 30 personas serán analizados en el laboratorio del equipo forense especializado de Ayacucho con el objeto de definir en el breve plazo la identidad, el sexo y las causas de estas muertes.
Los peritos del Equipo Forense Especializado exhumaron los restos de los cadáveres, luego de recibir el testimonio de personas que aseguran que efectivos del Ejército perpetraron el crimen.
Las excavaciones se realizaron entre el 14 y 20 de diciembre en la comunidad de Umasi, distrito de Canaria, provincia de Víctor Fajardo, a nueve horas de Huamanga, señala el diario La República.
Durante estos días los peritos Flavio Estrada, Máximo Banda, Aldo Lara, Pablo Jareca y Jerson Parra, dirigidos por el arqueólogo Luis Rueda, abrieron tres fosas comunes y recuperaron 30 cadáveres (25 niños y 5 adultos).
A medida que cavaban, descubrieron con desconcierto que la mayoría eran cuerpos de menores de edad que se encontraban apiñados unos sobre otros y aún lucían sus uniformes escolares.
A pesar de haber transcurrido 26 años y la dificultad en la recuperación de los restos por el terreno fangoso, estos aún se encontraban en regular estado de conservación y evidenciaban la atrocidad con la que fueron enterrados, señala.
Las tres fosas se encuentran a 60 metros de la parte posterior de la Escuela de Primaria de Umasi. Mientras la primera y segunda están separadas por 1.80 metros, la tercera tumba clandestina se encontraba a unos dos metros, agrega el diario.
En la primera excavación, los cadáveres fueron encontrados apiñados unos sobre otros, los primeros restos humanos aparecieron a tan solo 80 centímetros de la superficie, donde los peritos recuperaron, aproximadamente, entre 15 y 17 cuerpos.
Por otro lado, en la segunda fosa común, los cadáveres estaban enterrados a 1.60 metros de profundidad, donde se ubicaron los restos de 14 personas, en su mayoría menores de edad.
En la última de las fosas, los expertos solo exhumaron dos cadáveres que estaban sepultados a 90 centímetros de profundidad. Comuneros de la zona y presuntos testigos del crimen fueron testigos del proceso de desentierro.
Testigos
Según el testimonio brindado a la Fiscalía, Sendero Luminoso incursionó el 25 de noviembre de 1983 en la comunidad de Raccaya y reclutó al menos 40 personas, en su mayoría escolares.
Obligados por los senderistas, se desplazaron más de diez horas de caminata y al día siguiente buscaron refugio y comida en el centro educativo de Umasi.
Al enterarse de la presencia senderista, un profesor del centro educativo se dirigió a contar los hechos a la Base Militar de Canaria.
Al amanecer del 27 de noviembre, dos grupos de militares fueron a su encuentro. Primero llegaron hasta el paraje de Chalhuamayo, donde dejaron sus vehículos para desplazarse en dos patrullas a pie hacia Umasi.
Una vez en la comunidad, rodearon la escuela y lanzaron granadas de guerra a dos aulas, resultando herido niños y terroristas, donde estos últimos se rindieron.
Los militares capturaron a todos y separaron a hombres, mujeres y niños. Los soldados habrían violado a las niñas y mujeres, y luego asesinados a los campesinos a quemarropa con fusil.
"Un testigo dijo que participó del entierro en dos grandes fosas, y contó que como habían sobrado dos cuerpos, enterraron estos en una tercera, Justo así los hallamos", relató el perito Máximo Banda.
Los cadáveres de las 30 personas serán analizados en el laboratorio del equipo forense especializado de Ayacucho con el objeto de definir en el breve plazo la identidad, el sexo y las causas de estas muertes.
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Diego -