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¿Contribuye la ayuda humanitaria a prolongar las guerras? ...gracias a http://blogs.20minutos.es/enguerra/

Debo confesar que desde que leí hace ya algunos años el libro We Did Nothing, siento una honda admiración por la periodista holandesa Linda Polman, acerca de la cual hablamos en estas páginas tras las muerte de la defensora de los derechos humanos Alison Des Forges.

El capítulo final de la obra, en el que describe el sitio por parte de militares tutsis de un campo de refugiados hutus tras el genocidio de Ruanda de 1994, es a mi entender una de las mejores pieza de no ficción que se han escrito en los últimos años (con perdón de la legión de admiradores de Ryszard Kapuscinsky, parte de cuya obra se acerca a mi humilde entender más a la literatura que al periodismo, y de otros cronistas a los que tengo en tan alta estima como Patrick Cockburn, Wojciech Jagielski, Dexter Filkins, Anthony Loyd, Rajiv Chandrasekaran, John Lee Anderson, Tim Butcher y Robert Fisk).

Una narración de formas tan eficientes como impecables que provoca sensaciones de angustia y desazón equiparables a las de Ensayo sobre la ceguera, pero con el añadido de indignación que deviene de saber que aquel cruel acto de venganza no fue fruto de la imaginación sino real.

En De brazos cruzados, título que lleva la edición en castellano, Linda Polman recuerda sus experiencias como corresponsal especializada en misiones de paz de la ONU a principios de los años noventa, cuando estas iniciativas empezaron a proliferar tras la caída del muro de Berlín y el arribo de Bill Clinton a la Casa Blanca.

La descripción que hace de la indefensión de los cascos azules paquistaníes en Mogadiscio, aunque no alcanza la sensación de primera-línea-de-guerra de los relatos en Somalia del extraordinario fotoperiodista Paul Watson, le sirve para denunciar las contradicciones y mezquindades de las grandes potencias y sus esfuerzos multilaterales por terminar con la violencia.

Denuncia que sostiene a lo largo de la obra, en la que también revive sus experiencias en Haití y Bosnia, y que alcanza su punto culminante en 1994 cuando la administración Clinton, tras el fracaso de la misión en Somalia, realizó indecorosos malabarismos de negación dialéctica para evitar emplear la palabra "genocidio" en relación a Ruanda (cuyo reconocimiento explícito hubiese significado la obligación de tener que intervenir según lo exige el derecho internacional). Falta de acción que permitió la matanza en el campo de desplazados de Kibeho que Linda Polman narra en el capítulo final del libro y que publicó originalmente en la famosa revista Granta.

Polman acaba de sacar un nuevo libro, War Games: the Story of Aid and War in Modern Times, en el que critica ferozmente a las organizaciones de ayuda humanitaria. Las acusa de favorecer los intereses de los poderosos, de ser parte de la industria de la guerra y de perpetuar los conflictos armados. Opiniones no poco controvertidas que presentaremos para el debate y la reflexión en próximas entradas de este blog.

Foto: "Niño desplazado Congo", HZ

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