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Luis León: "Bástate Alegría" - Reseña literaria al Nuevo libro de Luis León por David Pérez Garland ...gracias a http://echale-un-ojo.blogspot.com/

 

Luis León: "Bástate Alegría"

Con poemas barrocos, en la medida que están trabajados desde la forma, es decir, preocupados por la métrica y el ritmo, Luis León Velásquez (Lima, 1983) en el poemario Bástate alegría (2011, Paracaídas editores), confirma su actitud individual o insular (motes que se adjudican a quien se separa de la línea usual o tradicional) esbozada en su primer poemario Absolutamente nada. El libro encausa una propuesta genuina dentro de la nueva poesía peruana (salvedades aparte), la cual no presta ningún esfuerzo para preguntarse sobre su genealogía y, de manera degenerativa, se hace patente con colectivismos que arrancan en los setenta: generación del dos mil o la nueva poesía conversacional (tan arraigada al facilismo y la confesión psicoanalítica y a la pose de los bares y recitales).

Poemario, en quince sonetos, de estupefacientes y de amor, locura y muerte: tópicos nunca dejados, que se renuevan al dar la cara, no buena, no de mártir, no de los sentimientos acordes, sublimes, con lo ético-moral. Los poemas de Bástate alegría son de muerte por asesinato, como una de las bellas artes, de locura por la locura misma y de amor a y para la locura y la muerte. En ese sentido los poemas de León no engañan, acusan un “yo” que para su comprensión requiere un lector que, como al entrever el fondo de un pozo, paulatinamente, vea formado su rostro en sus poemas.

Sonetos de métrica variable (aparentemente se cuenta endecasílabos, dodecasílabos y alejandrinos, sin embargo, según la fuerza de lo que quiere decir, los sonetos aumentan una o restan una dos o tres sílabas al patrón acogido, por ejemplo “Infinito” o “Siberia”) donde la rima no termina el verso como en los sonetos clásicos. Y es que no hay rima en los sonetos de León, el ritmo se sostiene en la aliteración, en la correspondencia silábica de los versos, es decir en el orden de las palabras que se silencian para indicar pausas y resuenan para el énfasis; verbigracia, “Sancho & Quijote”: “Y ya te vas Quijote visto yéndote qué ido/ en el lujo atroz de lo sólo siendo y estado/como dónde Dulcinea no y sí Sancho al miedo/de tu ideal hoy sensual que se ríe de rudo.”

Por otro lado, respecto a los estupefacientes y al tópico de muerte, mencionaré cinco poemas. La muerte provoca una risa de tablas, de écran, de más pura soledad y más ante “la ulcerada”, que el asesino colmado rechina “bástate alegría” en el poema que abre el libro, “Stanislavsky”. Poema en el cual cita como epígrafe un fragmento de la película biográfica del asesino serial Ted Bundy (algo no acostumbrado) donde la risa que envuelve las muecas o las muecas que envuelven la risa del intérprete ante un espejo de tres cuerpos, inquieta a León para coadyuvar al poema. Esto con el objetivo de alzar el asesinato, no vulgar, ni pasional, ni de circunstancias, sino el planificado, el serial (para en alguno encontrar la perfección), como bella arte, como un proceso de identificación en cada acto, esto es un muerto, que personaliza al no hallado autor. Así en “Special needs” se lee: “Mis ojos son salivas que te husmean en mí/ y cerca de plazas ubicuos baches te ubico (…) Te inhalo y todo es exhalo santo antes de usarte”. De esta manera León le devuelve el guiño a Thomas de Quincey[1] (queriéndolo o no), redefiniendo pulsiones, tal vez atisbándote desde lo hondo del pozo. También a la manera de de Quincey, León nos sumerge al mundo de los estupefacientes[2] no naturales, sino químicos y habla de los “zepanes” en “Sísifo” que “De toses del pensamiento e iras fijas irán/los conjuros el espacio temblado y redonda/ a paz los labios en la cara que me asila”; así como lo indica en “mg”: “Como oscila así filosa influye sin oírse/dándose a la célula silba punzada y cima/ a y encima de las vilezas que me inciden/ véase e inmérsase a paz[3] hacia mi inmenso”. Vemos la alusión a la familia de los barbitúricos que se administran en miligramos, que a manera de comunión insufla de paz que en el poeta es como la soledad en un mar tormentoso o en un volcán por erupcionar como muestra en el poema “Paz”: meta mística de íntima juntura con sus amados otros.

Como se ve, Luis León, escribe desde el revés del acostumbrado tópico y tal vez, solo en la forma, trata de dificultar lo que patentiza cuando habla de estupefacientes. En esa medida el poemario Bástate alegría “desencuadra” la escena poética actual positivamente ya que ¿Quién o quiénes, ahora, sumidos en el mal “versolibertismo”, se preocupa en pensar las palabras, contar las sílabas, estudiarlas como sonido y encender su semanticidad? León pie con pie construye su acorazado soneto, no por dificultarlo sino porque no puede de otra forma. En ese sentido su labor poética se convierte en mezcla perfecta del trabajo del ingenio y el arte, como indica Horacio, como pocos.

David Pérez Garland

 

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<!--[if !supportFootnotes]-->[1]<!--[endif]--> Revisar Murder Considered as One of the Fine Arts, 1827

<!--[if !supportFootnotes]-->[2]<!--[endif]--> Ver Confessions of an English Opium Eater, 1822

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