Afganistán: 10 años de la invasión de Estados Unidos - crece la importacion de opio al mundo con la venia de USA, mas muertes de civiles y de militares - La guerra que no debio comenzar y que no debe terminar.
A diez años del inicio de la invasión a Afganistán liderada por Estados Unidos para vengar los atentados del 11-S, una ofensiva que costó miles de muertos y miles de millones de dólares, las tropas internacionales empiezan a retirarse del país centroasiático aún sumido en la violencia y sin haber conseguido derrotar totalmente a los talibanes.
La invasión, que comenzó el 7 de octubre de 2001 con la "Operación Libertad Duradera" con bombardeos de las fuerzas estadounidenses y británicas y una ofensiva terrestre que incluyó a tropas de varias naciones lideradas por la OTAN, es el conflicto bélico más largo en la historia de Estados Unidos.
Su propósito era sacar del poder al régimen talibán, con la excusa de que éste había dado refugio a militantes de la red fundamentalista islámica Al Qaeda y, principalmente, a su líder Osama Bin Laden, entrenado por la propia Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos.
Si bien los talibanes fueron desalojados del poder a fines de ese año, Estados Unidos, al igual que ocurriría luego con Irak, no tenía un plan post bélico que permitiera la estabilización política del país y se alió a la Alianza del Norte afgana, una coalición integrada por criminales de guerra que se habían unido contra los talibanes.
Durante los siguientes años los talibanes se rearmaron gracias al control del mercado de la heroína, primero en sus tradicionales bastiones del sur y del este y luego conquistando otros terrenos, al punto que hoy controlan o tienen gran influencia en casi dos tercios del país.
Una década después, Afganistán vive uno de los momentos más violentos con los talibanes reconstruidos y llevando a cabo una fuerte insurgencia, pese a que Bin Laden fue asesinado por tropas estadounidenses en Pakistán hace poco más de cinco meses.
La ofensiva de la coalición internacional en Afganistán ocasionó entre 34 mil y 46 mil muertos extranjeros y afganos, entre ellos unos 14 mil civiles, según un informe reciente de la Universidad estadounidense de Brow.
Sólo en el primer semestre de este año murieron 500 personas, uno de los más violentos desde el inicio de la invasión, según la misión de Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA).
Tras diez años del conflicto afgano, las tropas internacionales empiezan a retirarse sin haber logrado derrotar a los talibanes y dejando un país inestable.
El despliegue de 130 mil militares extranjeros en el país se estima concluirá en 2014, en paralelo al comienzo del traspaso de las responsabilidades de la OTAN a las fuerzas afganas, fecha acordada en la cumbre de la OTAN de noviembre de 2010 en Lisboa.
Sin embargo, los cerca de 300.000 soldados y policías afganos no parecen suficiente para frenar a algunas decenas de miles de talibanes que, además, parecen haber cambiado de estrategia y optan por ataques espectaculares y golpes a altos cargos oficiales.
De hecho, la blindada capital afgana de Kabul sufrió en los últimos meses graves ataques, como el asesinato del ex presidente y mediador Burhanudín Rabbani hace diez días, un duro revés a la estrategia del presidente Hamid Karzai.
El último informe de Naciones Unidas presentado la semana pasada indicó que la violencia aumentó casi un 40 por ciento en 2011 con respecto al mismo periodo de 2010 y que en los últimos años los talibanes intensificaron su insurrección.
Asimismo, estos diez años sin los talibanes en el poder trajeron algunas mejoras al país, pero son avances no consolidados y muchos temen que haya una marcha atrás.
El número de niños y niñas escolarizados alcanzó los seis millones, una cifra que quintuplica la asistencia durante el último año de gobierno talibán, millones de mujeres recuperaron su derecho al voto y decenas de ellas alcanzaron puestos como parlamentarias o ministras.
Pero áreas como la salud siguen siendo críticas en Afganistán, donde las tasas de mortalidad materna superan las de Somalia o la de República Democrática del Congo, según advirtió esta semana la Cruz Roja.
Amnistía Internacional (AI) se sumó a las críticas a la invasión a Afganistán y denunció ayer que el gobierno afgano y sus aliados internacionales incumplieron muchas de las promesas que hicieron en 2001.
La organización emitió un comunicado con motivo del décimo aniversario del comienzo de la invasión a través del cual señaló aspectos de esos avances, pero advirtió que las áreas controladas por la insurgencia sufrieron un "grave deterioro".
Para AI, en las zonas controladas por los talibanes y otros grupos insurgentes ?la libertad de expresión y opinión está severamente limitada?.
Y por último, tras una década de ocupación occidental que no logró estabilizar el país, Afganistán se convirtió en el mayor productor de opio del mundo y en uno de los mayores consumidores de su derivado, la heroína, fuente de ingresos de la insurgencia.
Según reveló una investigación de la oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen (ONUDC), Afganistán produce cerca del 90 por ciento del opio que se consume en todo el mundo, y ahora tiene una de las mayores tasas de adicción.
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