Ángel Páez
Ira Rennert debería fundar una escuela de negocios en la que se enseñe cómo hacer fortuna con el dinero de otros.
Según el famoso y exclusivo ranking de Multimillonarios del Mundo que publica la revista Forbes, el neoyorquino Rennert es el número 189, y entre los ricos de los Estados Unidos, es el 59.
La publicación calcula en 5 mil 400 millones de dólares la fortuna de este hombre de 77 años, nacido en Brooklyn.
Pero esa fortuna no le alcanzaría a Rennert para pagar una eventual indemnización de 29 mil millones de dólares para los 1.300 niños afectados por las emisiones venenosas del complejo metalúrgico de La Oroya controlado por su empresa Doe Run.
Si llegara la hora de hacer esos pagos, Rennert ya planeó que sean otros los que desembolsen esos 29 mil millones, mientras Doe Run continúa en La Oroya facturando 1.500 millones de dólares anuales en ventas. Rennert sabe hacer fortuna con el dinero de otros.
Daño a domicilio
El jurado de la Corte de San Luis, Misuri, en Estados Unidos, sancionó a los propietarios de la fundición de plomo de Herculaneum –entre quienes se encuentra la compañía Doe Run– a pagar 358,5 millones a favor de 16 niños dañados por la contaminación.
Esto quiere decir que cada familia de los menores norteamericanos deberá recibir 22,4 millones de dólares.
Los abogados de los niños quedaron sorprendidos por el enorme monto de la indemnización. Es que, como informó el periódico local St. Louis Today, la severidad del castigo se debió a que los dueños de la fundición de plomo hicieron todo lo posible por ocultar los daños a la salud de los niños con la finalidad de no afectar las ganancias de la fundición.
Es decir, estaban más preocupados en incrementar sus ingresos que en la salud de los menores, envenenados por plomo, arsénico y cadmio.
El mensaje del jurado de San Luis es clarísimo y directo para todas las compañías como Doe Run: los que contaminan y envenenan a los ciudadanos, y esconden o manipulan las evidencias con el propósito de no perder sus ganancias deben ser sancionadas con el mayor rigor.
La compañía de Ira Rennert por supuesto que ha escuchado muy bien el mensaje.
Por eso, al enterarse de que existen 1.300 casos documentados de niños menores de 10 años de La Oroya contaminados por las emanaciones del complejo metalúrgico de Doe Run, bajo administración de Ira Rennert, este ofrecería US$ 100 millones como indemnización para todos ellos.
El problema es que esa cifra significa que se pagaría 76 mil dólares a cada niño oroyino envenenado por Doe Run. Ni siquiera es el uno por ciento de la indemnización de cada menor de Misuri, que es de 22,4 millones.
Es seguro que las autoridades judiciales peruanas notarán la gran diferencia entre lo que Rennert pagará a los menores estadounidenses y lo que pretendería abonar a los niños de La Oroya.
La lógica más elemental indica que Doe Run debería desembolsar lo mismo.
Ante esa eventualidad, naturalmente, Ira Rennert, un viejo zorro de la acumulación de capital, ha previsto no pagar él solo a los 1.300 niños oroyinos si llegara la hora de hacerlo por mandato judicial.
Según el Plan de Reestructuración que ha elaborado Doe Run para continuar controlando el complejo metalúrgico de La Oroya, y que debería ser aprobado por la Junta de Acreedores de la compañía, las indemnizaciones serán honradas por el Estado peruano. No Ira Renner ni ningún otro miembro de su familia sino todos los peruanos.
Pasión por el dinero
Como se sabe, la compañía matriz de Doe Run, Renco Group, plantea salvar al complejo metalúrgico de La Oroya con una primera inyección de 65 millones de dólares de un total de 200 millones de dólares de inversión. Pero bajo la condición de que el Estado peruano pague a los envenenados por la contaminación desde 1997, el año en que la empresa de Doe Run asumió la conducción de La Oroya.
Dice el punto 4.1.4 del Plan de Reestructuración, documento obtenido por La República: "En el caso del financiamiento que suministrará Renco Group (la compañía matriz que controla Rennert), este estará sujeto a que previamente el Gobierno Peruano acuerde (acepte. Nota de redacción) (...) asumir responsabilidad por todos los reclamos de terceros respecto de daños medioambientales causados por la operación del complejo metalúrgico de La Oroya (...), incluyendo, sin limitación, las demandas interpuestas ante la corte de Misuri, Estados Unidos".
Como puede notarse, lo que busca Rennert con su Plan de Reestructuración es protegerse no solo ante las demandas por daños que se interpongan ante la justicia peruana sino también ante la de Misuri, donde ya recibió una sanción para pagar 22,4 millones de dólares a cada niño envenenado por la fundición de Herculaneum, que maneja Doe Run.
En la corte de San Luis, Misuri, ya existe en giro una demanda presentada por los abogados de 35 niños de La Oroya contra Doe Run.
De hecho, después de que se conoció que la empresa de Rennert tendrá que pagar 358,5 millones a 16 niños contaminados, en setiembre último los abogados del multimillonario pidieron a la justicia de San Luis suspender el juicio para ventilar el caso de los menores de La Oroya.
La solicitud se sustenta en que Rennert quiere que primero se resuelva la demanda internacional arbitral que interpuso su compañía Renco contra el Estado peruano, con el objetivo de que asuma la responsabilidad económica de la contaminación del complejo metalúrgico de La Oroya.
Esto significa que Rennert busca con las más diversas fórmulas endilgar al Estado peruano el pago de las indemnizaciones por daños que alcanzaría los 29 mil millones de dólares y de esta manera continuar al frente del complejo de La Oroya.
Así es como hace negocios míster Ira Rennert.
La muerte en metálico
Científicos de la Escuela de Salud Pública, de la Universidad de San Luis, Misuri, en el 2005 hicieron un estudio de los niños de La Oroya. Detectaron que la gran mayoría de los menores de 6 años presentaban signos de intoxicación de plomo, cadmio, arsénico y antimonio.
El plomo altera la formación de la hemoglobina, afecta la presión sanguínea y produce daños en los riñones y el cerebro.
El arsénico irrita el estómago, los intestinos y los pulmones, disminuye las células sanguíneas y crea condiciones para la aparición de cáncer linfático y pulmonar.
El cadmio afecta los pulmones hasta causar la muerte, genera problemas de infertilidad y puede causar daños óseos.
El cadmio ataca los pulmones y el corazón, causa diarreas, vómitos severos y úlceras estomacales.
Más información en www.doe-run-la-oroya-peru.com
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