Los peruanos lo recibieron como a un héroe. Le invitaron cebichito. Le pidieron autógrafos. Se tomaron fotos con él y su poderosa motocicleta KTM 450 que luce el número 129. Miles de chorrillanos lo vitorearon el pasado 5 de enero cuando le tocó su turno en la partida del Dakar 2013.
Pero el piloto chileno Andrés Simón Cárevic García nos devolvió el favor con un agravio: luciendo el mismo quepí que utilizó la soldadesca chilena que saqueó e incendió Chorrillos la madrugada del 14 de enero de 1881, masacrando a la población luego de pasar por la armas a los peruanos heridos y rendidos tras la batalla de Chorrillos.
Podría ser una inocentada propia de un piloto ignorante en historia.
Pero no es así.
Andrés Simón Cárevic García es paracaidista militar y capitán de infantería del ejército chileno. Nació en Antofagasta el 7 de diciembre de 1979. Cumple sus funciones en la I Brigada Acorazada de Arica “Coraceros”, donde lo conocen como el “capitán rally”. Corre en el Dakar 2013 con los auspicios del ejército chileno y de otras entidades estatales, incluyendo el gobierno regional de Arica. Por si fuera poco, tiene todo el apoyo del diario conservador El Mercurio. De ahí que su motocicleta luciera un camuflaje militar similar al de su traje de piloto. Incluyendo el casco. El mismo casco que -según reglamentos del Dakar- debió lucir durante la partida en Chorrillos, pero que Cárevic no se puso para lucir el quepí que utilizó la infame soldadesca que incendió Chorrillos aquella fatídica madrugada de hace 132 años.
Pese a burlar el reglamento de las partidas en el Dakar, el capitán Cárevic no fue amonestado por los organizadores.
Todo lo contrario, hasta le permitieron lucir una bandera chilena con un apellido inscrito en el blanco de la tricolor.
Cárevic realizó su “travesura” (hasta parece una apuesta) frente al Morro Solar, escenario de la sangrienta batalla de Chorrillos, donde se luce la estatua al soldado desconocido. Y lo hizo frente al estrado donde aplaudía el presidente Ollanta Humala Tasso, representante de la nación peruana y oficial retirado del ejército peruano. No se inmutó ni ante la presencia de un representante del Dakar que parece recriminarlo por no lucir el casco reglamentario.
¿Qué hubiera pasado si un asistente a la inauguración se hubiera percatado de la afrenta y le hubiera lanzado un insulto por lucir el quepí de las tropas que saqueron Chorrillos? ¿Y si lo hubieran abucheado? ¿Y si algún chorrillano presente en la partida se hubiera acercado para arrancarle el quepí inoportuno?
El gesto del capitán Cárevic fue innecesario. Una falta de respeto a los anfitriones, a los soldados peruanos y chilenos muertos en la batalla de Chorrillos y a los civiles masacrados en sus hogares por la soldadesca saqueadora.
El capitán Cárevic debe saber que varios oficiales -como él- del ejército chileno fueron asesinados por sus propias tropas cuando intentaron detener el vandalismo de esa soldadesca que lucía el quepí rojo. Debe saber que los soldados chilenos se mataron entre ellos para repartirse el botín.
Quiero creer que Cárevic es un ignorante más. Tan ignorante como esos peruanos que lo aplaudieron en Chorrillos pese a que lució el bendito quepí.
Cárevic debería leer estas líneas que describen la hecatombe en Chorrillos y escrita por los propios chilenos:
“Las innumerables tiendas del pueblo, agregadas algunas mansiones y casas que poseían bodegas de finos licores, vinos y piscos son asaltadas y desvalijadas, procediendo esa parte de la tropa a beberse lo que encontraban. Ebrios, grupos de estos soldados comienzan a provocar todo tipo de desmanes y desórdenes. Asesinatos, ajusticiamientos, violaciones, robos, asaltos, saqueos y ataques a la escasa población, algunos de los cuales neutrales, comienzan a tornarse en una situación incontrolable, incluso para los propios oficiales chilenos, que intervienen tratando de sofocar el pillaje. Las disposiciones de controlar a la turba de estos soldados borrachos, que incluso se atacaban entre sí por poseer algo de lo desvalijado, se trata de imponer con otras tropas organizadas que dan paso a verdaderos combates en los que caen muertos de ambas partes. Algunos cálculos, ni precisos ni completamente documentados, hablan algo desproporcionadamente de la pérdida de casi 200 hombres (chilenos) en esta trágica jornada que ocupó toda la noche del 13 al 14 de enero. El prestigio de la organización y disciplina del ejército chileno, hasta entonces reconocido por oficiales extranjeros que se habían agregado como observadores, se ve desafiado entre las ruinas de la ciudad devastada no sólo por la batalla, sino además por el vandalismo. La así llamada “soldadesca”, según el léxico empleado en el Perú, ataca sin misericordia, provocando incluso la muerte de civiles…” (http://laguerradelpacifico1879)
El capitán Cárevic debe saber que la ciudad de Lima se salvó del saqueo y del vandalismo posterior al de Chorrillos gracias a la intervención del almirante Abel Bergasse du Petit Thouars, quien comandaba la armada francesa y que amenazó con hundir a los buques de guerra chilenos anclados frente a Chorrillos y el Callao si se repetían los saqueos en la capital peruana. Así de grave fue el vandalismo de esa soldadesca coronada con el quepí rojo.
Estaremos alertas, capitán Andrés Simón Cárevic García.
La próxima vez que visites Lima no te vamos a aplaudir.
*La partida de Cárevic se puede ver en este vídeo, a partir del minuto 15
1 comentario
PEDRO BUITRON -