Los ultras de la guerra...(gracias a http://blogs.20minutos.es/enguerra/)
La guerra es el momento en el que poder da libertad a los hombres, inclusive los alienta y legitima, para hacer aquello por lo que serían severamente castigados en tiempo de paz: destruir, aterrorizar, matar.
Como señala Gwynne Dyer en su libro “Guerra”, no resulta sencillo convertir a un joven recluta en alguien capaz de matar. Hay que realizar un complejo trabajo de desprogramación. Se lo debe convencer de que llegada la ocasión tendrá que renunciar a algunos de los valores fundamentales, como el respeto a la vida, que mamó desde la niñez y que constituyen la base de su sociedad.
Sin embargo, el caos inherente a todo conflicto armado genera el escenario propicio para que otra clase de individuos, carente de frenos morales, ausente de vislumbre alguno de empatía hacia el sufrimiento ajeno, pueda regodearse justamente en la posibilidad de realizar actos por los que sería severamente juzgado en tiempos de paz: destruir, aterrorizar, matar. Una vía de escape a sus frustraciones, a sus deseos más lóbregos, a sus patologías.
Criminales de guerra
No faltan ejemplos de esta clase de sujetos. Ya en este blog hemos contado la historia de Steven Dale Green, el soldado tejano que de forma premeditada violó a Abeer Qasim Hamza, de 14 años de edad, en Irak.
Primero mató a su familia y después quemó su cuerpo para que no quedara rastro. De no haber sido por el levantamiento entre los propios iraquíes, los altos mandos del Ejército de EEUU nunca hubiesen tenido noticia de lo ocurrido.
“Vine porque quería matar gente… La verdad es que no es para perder la cabeza. Quiero decir, pensé que matar a alguien iba a ser una experiencia que te iba a cambiar la vida. Y cuando lo hice, me dije: Muy bien, lo que sea", había declarado el soldado, que contaba con no pocos antecedentes criminales antes de sumarse a las Fuerzas Armadas.
Por supuesto que entre estos dos extremos, el hombre de bien tiene reparos morales en matar, y el psicópata que campa a sus anchas en la guerra, hay numerosos matices y procesos, dependiendo de las experiencias de cada soldado, de su reacción ante el dolor y la muerte, ante la presión del grupo, ante el miedo y la rabia.
El tifosi israelí
Ayer aparecía un artículo de Neve Gordon y Yigal Bronner en el que afirmaban que los hinchas del fútbol israelí, que volvieron a los estadios tras el final de la ofensiva en Gaza, entonaban un nuevo cántico: “¿Por qué han cerrado las escuelas de Gaza? Porque todos los niños han sido asesinados”.
Esta noticia me trajo a la memoria una de las historias más reveladoras que he conocido jamás sobre los abusos y crímenes que cometen los soldados en la guerra, sobre sus motivaciones más íntimas, y que publicaremos en próximas entradas de este blog.
Tuvo como protagonista justamente a un ultra del Beitar, equipo de fútbol de Jerusalén, que con una excavadora Caterpillar D9 intentó crear un estadio de fútbol en medio de un campo de refugiados palestinos.
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