Es de noche... autoficcion para el taller del gran escritor español Manuel Vilas Vidal, centro cultural español.
Es de noche, una noche pesada, me levanto aburrido del sofá gastado, el departamento esta vacío desde que ella se fue y me dejo con un vacío en el lado derecho del corazón. Me miro al espejo, Manuel Vilas nos dejo tarea en el taller, debo hablar de mi, y, que cosas, no se como comenzar.
Miro a ese otro Luís que esta frente a mi, sobre mi, a ver, físicamente soy alto pero flaco, mis cabellos tienen la costumbre de hacer lo que quieren, mi nariz la rompieron a patadas hace años, tengo las orejas grandes, los dedos largos pero no se tocar al piano (que desperdicio). Tengo ojeras que jamás desaparecen, una marca oscura en el arco de la nariz que me la hicieron en lucha libre cuando me botaron de cara, los dientes amarillentos por las medicinas de niño, los ojos de un loco.
Mi personalidad es como la de un caballo y a veces como la de un caballero, mejor dicho, suelo ser educado o un patán, decir las cosas en la cara y caer mal, ser buen anfitrión, conversar con las amistades, ser terco con buenas y malas cosas, observar los árboles y el campo, los animales, el agua clara y los ríos, reír ante las cosas mas triviales. Me gusta escribir y muchas cosas que el tiempo se obstina en alejarme, Puedo dedicarme a ver películas clásicas y rebuscadas y a la vez ver el cine gringo mas cojudo solo por reírme un rato. Me gusta tomar fotos de cosas que me rodean, de casas que serán derruidas, casas hermosas y antiguas que luego serán edificios feos y cuadrados, simplones. Ver a las muchachas desafiando al invierno con sus minúsculas ropas, con sus sonrisas frescas, los cabellos al viento, como banderas de guerra.
Me gusta gastar las suelas de mis zapatos, sentir el viento en la cara, caminar por toda la ciudad buscando algo que aun no se que es, pero da igual, me divierto tanto haciéndolo.
Comer creo que es una manía de los Peruanos, comer bien, en abundancia, en amplitud de sabores, es una parte de la sensualidad general, esa búsqueda de placeres sensoriales, en mi caso la comida es también una pasión, como también lo es leer, escribir, hacer el amor, escuchar música, viajar, la playa, debo decir que la pasión es un eje central para describir ese camino que suelo recorrer todos los días en esa ciudad llamada Lima.
Tomo mis pastillas, y tomo pastillas para contrarrestar el daño que me hace al hígado esas pastillas, y tomo otras para la acides que me da tomar esas otras pastillas, y debo tomar jugos y demás para bajar tanto químico, pero es que si no tomo las primeras de esa cadenas de farmacéuticos, pues siento que ellos me hablan otra ves, y sabemos que no queremos escucharlos de nuevo, eso es lo único malo en mi, por lo demás creo que tengo todo controlado, Michi Panero hizo maravillosa poesía siendo un esquizofrénico, muchos buenos escritores también, en mi caso tomo las malditas pastillas, aunque a veces me descubro conversando con la sombra en la pared, o caminando sin rumbo fijo de madrugada, una ves una vecina me descubrió desnudo en el corredor, chorreando agua, a eso de las 3 de la mañana, le dije que había salido así por que me había electrocutado en la ducha, como ya estaba desnudo y ella no decía no se me ocurrió cubrirme, ella miraba y sonreía, ahora nos saludamos cuando nos vemos, saldremos el fin de semana, me toca verla a ella, es lo justo.
Lo malo de las pastillas es que me ponen un poco lento a veces, o con los labios dormidos, son los efectos secundarios, por eso hay días que no las tomo, y esos días es que parece que voy dormido o soñando por las calles, y todo se siente bien, y las cosas son mas luminosas. Por eso cuando me veas así, algo siniestro, o riendo de buena gana, o desnudo, o subido a un árbol, acurrucado entre las hojas mas altas, quédate a mi lado.
2 comentarios
Duendecilla -
1er comentario -
ese párrafo, el QUÉDATE A MI LADO -sobretodo-, me destrozó, me sobrecogió.